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Los Bandidos de la Costa
nero que tuvieran. Como estos se negaran a
satisfacer las exigencias de los de la partida,
empezó el tormento colgaron de los brazos
a Maldonado, a la mujer de este, una ancia-
na de setenta años, y un hijo de ambos, y los
azotaron con ramas de espino, inútiles eran
los aves y las suplicas. Idearon entonces un
medio bárbaro, con aquellas pobres gentes
les humedecieron las partes flageladas y
las manos con aguarras, y les prendieron
fuego. Al chirrido de las carnes abrasada,
pidieron a gritos a sus victimario hicieran
Víctor León Donoso cesar el martirio y entregaron el dinero.
Historiador y profesor de ciencias socia- Todavía después de todo, le dispararon
un tiro con el rifle recortado al dueño de
les en Liceo Industrial de san Fernando casa y lo hirieron en una pierna. Luego se
fueron a la casa de Manuel Carreño quien
no se dejo amarrar fácilmente. Se fue va-
Hasta hace poco tiempo en los campos de lientemente sobre uno de los bandidos i
nuestra región aún permanecían las histo- ambos rodaron por el suelo. Entonces otro
rias narradas de personajes que se confun- de la banda acudió en defensa de su compa-
dían entre lo real y la leyenda, eran sujetos ñero i descargo varios cachazos de rifle en la
que deambulaban por el territorio. Con- cabeza de la víctima, causándole varias heri-
secuencia de estratificación social desde el das. En seguida fue colgado i azotado”
periodo colonial, en el campo se distinguían También hace alusión de ello el periódico de
una gran masa de habitantes llamados peo- Matanzas “El Progreso” describiendo la si-
nes y gañanes, los que trabajaban ocasional- tuación en la zona en 1913, y culpando ade-
mente por baja remuneración, pasando a más a la falta de policías, y al amparo de
ser vagabundos. Estos tenían dos opciones: parte de los campesinos con los ban-
la mendicidad o el bandolerismo. didos. “Conocemos valles pobla-
Es aquí donde emerge la figura del bandi- dísimos como Rapel y Tumán en
do, que era quien se dedicaba al salteo, al esta comuna donde se vive sin
abigeato o al hurto, como forma de subsis- Dios ni ley, y donde los malhe-
tencia.Este tipo de delitos fueron incremen- chores son mucho más consi-
tando durante la segunda mitad del siglo XIX derados que la gente honrada.
y en nuestra región los tendremos hasta en- Y ello se justifica fácilmente,
tradas las primeras décadas del siglo XX. “En por el temor que inspira al no
el marco de la crisis económica de la década alistarse con anticipada precau-
de 1870, los robos se multiplicaron en todo ción entre las personas gratas a los
el Valle Central. A las partidas de bandidos criminales, llegar hacer cualquier día
que desde el período colonial nunca habían el blanco de las miradas de los nume-
dejado de existir, se fueron sumando mu- rosos malhechores que merodean por es-
chos peones agobiados por el hambre que tos campos en la más franca impunidad. No
se apoderaban de animales, principalmente pasa un día sin que llegue a nuestros oídos cia del Aún hoy en la me-
bueyes, que luego faenaban para el con- la noticia de hechos vandálicos consumados. suceso; por- moria colectiva persisten
sumo inmediato” (Palma, 2011) Continua- Ya se pega fuego a una familia; ya se degüella que si quieren pesqui- aquellos duros momentos, donde la
mente en periódicos de la zona aparecían a una persona en el medio del camino pú- sar para conseguir la aprehensión del delin- inseguridad se apoderó de los sectores ru-
el relato de bandidos y bandas en la costa blico, ya se amenaza de muerte a cualquier cuente solo se encontrará con personas que rales. Bernardino Osorio de Litueche co-
de Colchagua, las que dejaban consecuen- vecino por la misma cuestión. no han visto ni han oído, aunque hayan sido menta: “Mi abuelita me contaba que había
cias en Pichilemu, Topocalma, Alcones o La Ahora cuando no se pueden satisfacer los testigos presenciales del hecho. muchos bandidos. Las casas las hacían con
Estrella. Uno de los casos más connotados a perversos instintos de venganza, en la per- Esta costumbre de encubrir a los criminales una pura puerta, porque en caso de asalto,
principios del siglo XX fue la banda de Eliseo sona señalada, se las emprende contra la es de funestos resultados para los que se así defendían mejor. Porque si se metía un
Osorio, quien junto a otros bandoleros asal- propiedad; ya desbarrancando una bestia, prestan a tan indigno y cobarde misión; por- bandido, uno podía defender por un puro
taban distintas haciendas de la costa. Así lo pegando fuego a una cerca o cementera o que con los que tienen por hábito el crimen lado. Entonces si echaban la puerta abajo,
relata el periódico La Autonomía de San Fer- cualquier otra pilatunada, de las muchas solo se puede estar bien un día o dos, y en alguien de la casa podía venir con el hacha y
nando en 1902: “El 29 junio último, una par- que se anidan en el cerebro fecundo de los seguida por cualquier diferencia sin impor- no le iba fallar” Las narraciones de la prensa
tida de seis individuos armados se dejo caer criminales empedernidos. tancia las emprenden contra sus bienhecho- y las historias que hoy aún algunos recuer-
a la casa de Pedro Maldonado, morador de Cuando se da aviso a la policía comunal, dis- res. Esta anómala situación en que se viven dan de aquellos días cuando la vida era aún
la hacienda de Topocalma… exigieron a los tante dos a tres leguas, solo llega esta al sitio las aldeas i pueblos de los campos es menes- más dura y compleja en el sector costino de
dueños de casa la entrega inmediata del di- del hecho, a tomar notas de la consecuen- ter que cese para tranquilidad de todos” la región.
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Próxima circulación: Martes 15 de abril de 2014
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