El 26 de mayo, no fue cualquier día, fue de aquellos que unos desea más seguidos. Alrededor de las 9 de la mañana, y frente al Museo Lircunlauta de San Fernando, nos reunimos junto a otros 14 miembros y cercanos al grupo Centro Cultural Museo Lircunlauta, para una salida a terreno. Una excursión que era especial, esta era a la denominada Casa Pintada de Tinguiririca.
De forma lenta, se fue empinando el furgón por el sinuoso y polvoriento camino hacia las Termas del Flaco. A unos 43 km al este de la ciudad de San Fernando, llegamos a una explanada a orilla del río Tinguiririca, desde allí se organizó el ascenso.
Al Frente iban quienes conocían más el lugar, en sus manos cargaban tijeras podadoras que permitían ir cortando algunas ramas que complicaran la subida, descubriendo el antiguo sendero. Por la solana de esta montaña, como una verdadera cuncuna, fuimos por la pendiente de forma cauta, compacta y segura. Luego de alrededor de una hora y quince minutos, llegamos a este alero rocoso.
En estas columnas basálticas se encontraban estas pinturas rupestres, que fueron descubiertas por el científico polaco Ignacio Domeyko, y el sanfernandino doctor Wenceslao Díaz Gallego, de manera casi anecdótica durante el verano de 1861. Domeyko que se encontraba en una expedición para estudios geológico, escribió: “Por la tarde llegamos a la meseta Llano de los Montecillos y pasamos la noche sobre unos bloques porfíricos que conservan aun algunas huellas antiguas inscripciones geográficas pintadas de rojo, o tal vez de signos imperfectos de los indios. Bajo estos bloques denominada Casa Pintada, nos abrigamos de la nieve y la lluvia que nos sorprendió, haciéndonos encontrar al día siguiente todos los cerros cubiertos de nieve”
Luego en 1885 otro naturalista, Karl Stop visita el lugar, clasificando sus obras y publicando las conclusiones en las Actas de la Sociedad Científica Alemana de Santiago, además indica haber encontrado una excavación de siete esqueletos humanos, los que obsequio al Museo de Nacional.
En la segunda mitad del siglo XX, visitó el arqueólogo Hans Niemeyer quien planteaba que dichas pinturas eran de indios cazadores que vivían en el lado oriente (Argentina) y atravesaban la cordillera en busca de caza entre los meses de octubre a marzo, teniendo contacto con los pueblos de estos valles. Estas pinturas son de tipo abstracto de cuatro colores, siendo por tanto un lugar ceremonial.
El presidente de la agrupación Atarnal González, comento: “es la segunda oportunidad que visito este hermoso lugar patrimonial, personalmente, me permitió apreciar de mejor manera el arte rupestre estampada, ello en virtud que esta vez nuestro grupo era más reducido, pudimos acceder al lugar de forma más fácil. En el lugar pudimos recibir información de cómo se descubrieron estas pinturas, o de las teorías que señalan quienes las habían realizado, directamente de don Víctor León Vargas, quien es actualmente una de las personas con mayor conocimiento de este lugar.
Aprovechamos la oportunidad, para invitar a la coordinadora nacional de Monumentos Nacionales Daniela Aravena la cual nos ayudó en la gestión de este viaje. El objetivo es comenzar a realizar diligencias para poner en valor este hermoso lugar, y así mismo lograr una protección adecuada del sitio, ya que en anteriores ocasiones, algunas personas han llegado a dinamitar la roca para tener colecciones privadas”
Luego de una hora en el sitio, comenzamos a observar nubes amenazantes, las que anunciaban lluvia, apresurando nuestra bajada.
Es importante recalcar, que acceder a este lugar, hay que hacerlo con personas que conozcan detalladamente el lugar. Teniendo en cuenta la vestimenta, calzado e implementos de protección.
Por Víctor León Donoso