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Thu, Apr

Gastronomía, motor de desarrollo cultural y económico

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Por Jaime Jiménez de Mendoza*

Director de Carreras del Área Turismo y Gastronomía

 

CFT Santo Tomás Rancagua

Generalmente, la gastronomía se ve materializada o se entiende en un restaurante, en una elaboración o en el entorno de modelos de negocios que están alrededor de los alimentos y su transformación. La visión superflua de una sociedad que no ve más allá de lo que se presenta, es un fenómeno que sucede en todo orden de cosas y representa el individualismo tan común de nuestros tiempos. Es que después de satisfacer la necesidad personal o específica de un grupo de personas, pareciera que no hay nada más que pensar, nada más que inferir, nada más que cuestionar.

La gastronomía en muchos lugares del mundo se ha repensado a un nivel muy alto, tanto así que países europeos lucen potentes números y rentabilidad asociados al desarrollo de su culinaria y la transformación de sus territorios en verdaderas capitales vinculadas a sus productos, a la labor de sus productores, a la valoración de su desarrollo patrimonial y a la complementación de prácticas tradicionales y técnicas relacionadas con la cocina. Más que un producto, han posicionado sus distintos servicios culinarios y afines con el turismo como un importante trampolín que nos lleva a una experiencia única, que ocurre de forma transformadora y con innovación sólo en ese lugar del mundo.

Estas estrategias que se han venido estructurando por medio de la mancomunación de voluntades privadas, públicas y académicas, han decantado en tremendos hitos internacionales que son visitados por turistas de múltiples lugares del orbe. En esa dinámica, pequeñas localidades – así  como también grandes capitales – han sustentado su desarrollo económico por medio de la gastronomía y todo lo que rodea a esta actividad, llevando más prosperidad a sus habitantes. De manera integral, promueven sus productos como obligados y únicos en el planeta y a sus productores, recolectores, artesanos, pescadores, entre otros, como patrimonio humano vivo de la humanidad, justamente por el aporte que realizan.

Pero en O’Higgins, ¿tenemos lugares con estas características o con este potencial? ¡Claro que sí! Tenemos artesanía en piedra en Pelequén (@piedras_pablo_roman) con artesanos que son verdaderos maestros y que nos pueden nutrir de vajillas distintas y con valor agregado para la experiencia gastronómica. Tenemos greda en Pañul de la Sra. Berta (contacto: +569 74746052) como ninguna otra en nuestro territorio nacional, con características muy distintas y hechas con moldes a la usanza inca. También la greda en Pueblo de Indios, diferente, hermosa y con saberes pre hispánicos en su confección, trabajado por don Juan (contacto: +569 9904 4754 ) y el mimbre en Chimbarongo, para vestir nuestros restaurantes con tradición regional, trenzados de paja de trigo en Cutemu (@trenzadosdecutemu) para montar nuestras mesas con individuales y otros accesorios que le den sentido localista a nuestra minuta. Están las hermosas figuras que nos remontan a escenas de nuestra cocina campesina, patrimonio de Lihueimo de la mano de la Sra. Carlota (contacto: +569 3759 3944 ) y sal, mucha sal, de gran calidad y extraída de forma artesanal por tesoros humanos vivos en Cáhuil (@loscisnessaldemar).

El potencial está, el territorio tremendamente biodiverso también, el patrimonio, las costumbres, la despensa, los productores y los artesanos, sólo falta estructurar la experiencia y unirnos de manera colaborativa y asociativa, para que la gastronomía en nuestro territorio deje de ser un plato y se transforme en un hito, que genere desarrollo cultural para nuestras futuras generaciones y desarrollo económico para nuestra gente.

Sobre el autor: Titulado como Técnico en Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena, realizó sus estudios de cocina en el IP-CFT Santo Tomás, especializándose en Alta Cocina Internacional posteriormente en Inacap. En San Vicente de Tagua Tagua crea y rescata recetas de la zona que lo vio nacer en el restaurante “Chivo con Bigote”. Fue chef ejecutivo en los proyectos “Nodo gastronómico Región de O’Higgins”, “Mercado del campo” y en el plan estratégico nacional HORTICRECE. Actualmente es vicepresidente de ASEGMI (Asociación Gremial de Restaurantes de O’Higgins) y director de carreras del Área Turismo y Gastronomía en Santo Tomás sede Rancagua.